DATOS DE
Tomás Campuzano
El mejor retrato literario que se ha hecho de Ecija, engallada y erguida en su agujero, se lo debemos a García Lorca”: Ecija, ciudad loca de torres” Son muchos, en efecto, los campanarios que se elevan desde su cal antigua como gestos de dominante aviso para unos panoramas que, siendo de vega llana, superan al pueblo por la circunstancia profunda de su postura.
Es una ciudad encorajinada contra el extraño nivel que le dieron sus fundadores, y pocos pueblos dan tanta sensación de enseñarse de buenas a primeras con el desplante gallardo de los toreros dispuestos a todo.
Tomás Campuzano, ecijano él, también realizó faenas memorables a los astados de Victorino. “Afortunadamente son muchas: Madrid, Nimes, Mont de Marsan, Córdoba...pero esas faenas soñadas, casi perfectas a un victorino, las cuajé en Logroño y en Santander en mi penúltima tarde en activo. Aunque por emotividad y por lo que vendría a significar en mi trayectoria me quedo con la primera oreja que les arranqué en el año 80 en Las Ventas. Ese día Victorino entró en mi vida y comenzamos una colaboración, que sólo rompería mi retirada del toreo activo”.
Sorteando innumerables obstáculos, el menor de los Campuzano, se hizo un nombre a costa de grandes sacrificios y constante superación. Valeroso desde que inició su carrera y avalado por una afición desmedida pulió sus defectos con tesón y entusiasmo.
“Como para no hacerlo”, analiza el maestro, “los toros de Victorino son más listos que el hambre y descubren a los malos toreros con una facilidad pasmosa. A veces, ni yo mismo sabía que iba a cuajar una gran faena, porque son imprevisibles y rompen de una manera extraordinaria cuando menos te lo esperas. A mí me han sorprendido gratamente en multitud de ocasiones y a ellos les debo un porcentaje muy elevado de todo lo que alcancé en el toreo”.
Marisa Arcas