Manuel Jesús "El Cid" | Victorino Martín

TOREROS

DATOS DE
Manuel Jesús "El Cid"

Sobre los victorinos...
Cuando te embiste un victorino te sientes torero
Datos del Escalafón
Festejos 26
Reses 57
Toros 55
Novillos 2
Vueltas Ruedo 2
Orejas 15
Rabos 0
Puertas Grande 1
Nacimiento
sin datos
Residencia
sin datos
Debut
sin datos
Alternativa
sin datos
Padrino
sin datos
Testigo
sin datos
Confirmación
sin datos
Testigo 1
sin datos
Testigo 2
sin datos

Manuel Jesús Cid Sala (Salteras, Sevilla, 1974), o lo que es lo mismo, El Cid, es en la actualidad uno de los toreros punta del escalafón superior. El catálogo de las grandes ferias del año 2006 ha contado con él como uno de los cuatro nombres esenciales. La carrera de este torero se ha ido haciendo como los expertos definen “a la antigua”, tarde a tarde y muy lentamente.

El Cid, consumió de novillero una larga trayectoria en donde su tauromaquia se fue forjando entre la dureza extrema de las novilladas lidiadas en el conocido Valle del Tiétar. Fueron seis años difíciles desde que debutó con picadores en su localidad natal en 1994: “la verdad es que me costó mucho trabajo”, afirmaba el torero a la página web mexicana Puerta Grande, “he sido un torero que se ha fraguado a fuego lento, pero no me ha importado haber tardado más años que otros”.

Algo comenzó a cambiar en abril de 2000 cuando tomó la alternativa en Madrid de manos de David Luguillano. Las crónicas de aquel día 23 le señalaron como un torero con futuro. Dos años después confirmó los vaticinios en la feria de San Isidro cuajando la mejor faena de la feria a un gran toro de Hernández Plá, que quedó silenciada por su fallo con los aceros. “Fue un palo muy fuerte porque era un momento en el que me hacía mucha falta”, dice en la misma publicación mexicana. En Las Ventas durante aquel verano volvió a repetir grandes faenas y por otra parte volvió a malgastar con la espada grandes triunfos.


El encuentro con victorinos
Una de las últimas oportunidades que le quedaban de la temporada de 2002 era la corrida de Victorino en Bayona. Contra todo pronóstico consiguió algo insólito: en su primera corrida con este encaste, y en una plaza de primera, fue capaz de cortar un rabo al quinto toro de nombre Gamberro: “Ese toro me pegó ese empujoncito que hacía falta para abrirme las puertas en otras plazas importantes de España. Esa tarde marcó un antes y un después”. Aquel día, después de alterar todos los teletipos, comentaba a Mundotoro.com: “no he encontrado demasiadas dificultades, aunque siempre llevas la idea de que eran victorinos”. Esas declaraciones no eran pretenciosas porque en estos cuatro años que han pasado los hechos afirman que El Cid, es un consumado especialista en esta ganadería.

Desde aquel septiembre de 2002 y hasta el final de la temporada 2006, El Cid, ha lidiado en 35 festejos 68 reses con el siguiente balance: 8 vueltas al ruedo, 35 orejas y un rabo, sumando 10 puertas grandes, de las cuales dos de ellas fueron Puertas del Príncipe en la Maestranza de Sevilla, para lo que hay que cortar al menos tres orejas. La estadística fría oculta, sin embargo, grandes faenas que El Cid, cuajó a toros de Victorino, pero que quedaron reducidos muy notablemente por la traicionera espada. La de Madrid en 2004 fue una de esas, tal vez fue la tarde en la que pudo cortar al menos tres orejas, y en la que “sólo” consiguió una, pero llena de una amarga decepción que se vio en las lágrimas derramadas en el callejón: “claro que me acuerdo. Muchísimas veces”, declaraba a Iván Rubio en una entrevista publicada en Mundotoro.com, “La de Victorino en Madrid este último año 2004 si la hubiera matado habría abierto la Puerta Grande”. El torero de Salteras tuvo que esperar un año más; y como no podía ser menos ocurrió con una corrida de Victorino. El Cid, reconoció unos días después de la salida en hombros haber sido una tarde “sobre todo muy importante. Abrir la puerta de Madrid por vez primera siempre es muy importante”, y lo fue porque la corrida requería “estar con los cinco sentidos” puesto que “ya se sabe lo que exigen”.

La llave de la Puerta del Príncipe

La otra proeza que aspira a lograr un torero en su carrera es triunfar en Sevilla. Manuel Jesús también lo ha conseguido. Hasta tres veces ha salido por la Puerta del Príncipe y en dos de ellas ha sido tras cruzarse en su camino los toros de Victorino. La primera, la del año 2005, frente a una corrida completa, y la segunda, este año 2006, con dos victorinos, en la lidia en solitario de seis toros de distintas ganaderías. Una relación casi perfecta de la que el torero no reniega como reconoció en una entrevista a Aplausos: “Es una ganadería, un encaste, que aunque tenga detractores, creo que es un hierro que a mí me ha dado muchas satisfacciones. Hasta el victorino medio regular ofrece posibilidades y yo creo que les tengo cogido el aire”. El matador también muestra su fidelidad a la ganadería: “nunca les voy a dar de lado porque a mí me han dado mucho”, confesaba en esa misma entrevista.

La ascensión de El Cid,, unida a los repetidos gestos de matar victorinos parece que no ha restado potencia en el motor del torero. En la temporada de su explosión, la de 2004, lidió hasta en 14 ocasiones victorinos y en la mayoría de ellas rentabilizó su arriesgada apuesta: “los toreros tienen que saber la situación en la que están”, decía el torero en 2005, “yo sabía que Victorino iba a todas las plazas importantes y anunciándose en sus corridas sabía que iba a estar en las ferias. Entré en sitios que, si no llega a estar Victorino, no entro”. Ese gesto no fue pasajero y el torero no olvida cuál es una de sus referencias seguras. “No voy a dejar de matarlos”, ha declarado en múltiples ocasiones, “porque es una ganadería a la que debo mucho y muchas de la mejores faenas de mi vida han sido a victorinos”. El Cid, con un gran sentido común, una de las principales características de su personalidad, señala que pese a la controversia que causa para algunos anunciarse con estos toros, “cuando te embisten, uno se siente torero”.

David Plaza

NUESTRAS ACTIVIDADES

Icono del vehículo de las visitas de turismo
Icono de una copa de vino
Icono de la silueta de una cabeza de caballo