Apuntes de la temporada 2002, por Victorino Martín García
miércoles,
20
noviembre
2002
La temporada 2002 ha sido importante para nosotros por tres aspectos fundamentales: el impacto producido por el toro Murciano en Madrid, la arrolladora presencia en las plazas francesas y la incorporación de nuevos toreros, debutantes con la ganadería. Todo ello, además, manteniendo una estabilidad de criterio, que caracteriza a la ganadería, respecto al número de reses lidiadas cada año (en torno a un centenar), la decisión de lidiar sólo corridas de toros y la decisión, también, de mantener y afianzar nuestra presencia mayoritaria en plazas de primera categoría, tanto en España como en Francia.
Mucho se ha escrito y dicho sobre el toro Murciano, premiado con la vuelta en la Plaza de las Ventas, sobre sus virtudes que le hicieron acreedor a premios. Para mi ese toro tiene una enorme importancia por cuanto representa la mayoría de las características que siempre hemos buscado en la ganadería. Un toro serio, ligero, bien hecho, con una casta creciente, desbordante a lo largo de toda la lidia y extraordinariamente dotado con las virtudes esenciales de los victorinos: fijeza, recorrido y capacidad de humillar muchísimo en sus acometidas.
Siete matadores de toros han debutado este año con victorinos y dos de ellos, especialmente, han sido una auténtica y agradable sorpresa.
Por una parte, Fernando Robleño, en una faena épica a su segundo toro de la Feria de Otoño. Robleño dio una altísima medida de torero en una tarde difícil para la ganadería y salió a hombros, otra vez, por la Puerta Grande de Madrid. Puso lo que había que poner ante un toro que pedía los papeles y ponía caro el éxito.
Por otra parte, El Cid cuajó la que probablemente sea la mejor faena de su vida a un victorino en Bayona. Toreó de forma perfecta y profunda a un gran toro que le encumbró. Lástima que una cornada en Sevilla le impidiera acudir a Madrid aunque, paradojas de la vida, fue Robleño quien le sustituyó.
En cuanto a Francia, donde nos han honrado con el premio de la crítica a la mejor corrida del año, creo que la ganadería ha dado una nota muy alta. Hemos recibido el premio al toro más bravo en una de las dos corridas concurso en que participamos y cuatro toros han sido premiados con la vuelta al ruedo.
Mucho se ha escrito y dicho sobre el toro Murciano, premiado con la vuelta en la Plaza de las Ventas, sobre sus virtudes que le hicieron acreedor a premios. Para mi ese toro tiene una enorme importancia por cuanto representa la mayoría de las características que siempre hemos buscado en la ganadería. Un toro serio, ligero, bien hecho, con una casta creciente, desbordante a lo largo de toda la lidia y extraordinariamente dotado con las virtudes esenciales de los victorinos: fijeza, recorrido y capacidad de humillar muchísimo en sus acometidas.
Siete matadores de toros han debutado este año con victorinos y dos de ellos, especialmente, han sido una auténtica y agradable sorpresa.
Por una parte, Fernando Robleño, en una faena épica a su segundo toro de la Feria de Otoño. Robleño dio una altísima medida de torero en una tarde difícil para la ganadería y salió a hombros, otra vez, por la Puerta Grande de Madrid. Puso lo que había que poner ante un toro que pedía los papeles y ponía caro el éxito.
Por otra parte, El Cid cuajó la que probablemente sea la mejor faena de su vida a un victorino en Bayona. Toreó de forma perfecta y profunda a un gran toro que le encumbró. Lástima que una cornada en Sevilla le impidiera acudir a Madrid aunque, paradojas de la vida, fue Robleño quien le sustituyó.
En cuanto a Francia, donde nos han honrado con el premio de la crítica a la mejor corrida del año, creo que la ganadería ha dado una nota muy alta. Hemos recibido el premio al toro más bravo en una de las dos corridas concurso en que participamos y cuatro toros han sido premiados con la vuelta al ruedo.
